jueves , 23 enero 2025
Castigar y como, no puedo dejar pasar el día de hoy sin compartir una noticia que comenta Marisa Moya de la Escuela Infantil Gran Via, sobre lo escrito por Aletha Solter.
La familia es el espacio por excelencia donde el niño debe aprender, primero a reconocer y después a interiorizar principios, valores y normas. Paradójicamente verbos como pegar, castigar, ignorar, aislar, son frecuentes en la relación entre adultos y niños. Quedan arrinconados otros que serían instrumento valioso y aunque lento, poderoso si lo que se pretende no es la mera solución puntual sino la formación de la personalidad. Se trata de comprender, empatizar, guiar, revelar…
Así como los primeros pasos en algunos aprendizajes los acompañamos como progenitores con sabia paciencia (comer, gatear, sentarse, andar) sin despeinarnos con las frecuentes vacilaciones y caídas… algo se nos dispara, no sé muy bien si en el cerebro o en el corazón, cuando la tarea se trata de lidiar con lo emocional.
La carencia de información sobre las características del desarrollo infantil unido a la necesidad urgente de “parar” conductas indeseadas o molestas, dan lugar a estrategias que nos distancian de la finalidad perseguida y que sin embargo exigimos al niño, auto regulación, calma, reflexión…
Muchas razones nos pueden hacer caer en la tentación de dejarlas, alegamos dificultad de llevarlas a la práctica o señalamos carácter ilusorio, incluso las percibiremos como desacertadas. O tal vez, simplemente no reparamos en que el niño aprende de lo que vive y experimenta y más de lo que hacemos que de lo que decimos porque somos su modelo.
Si la meta es que nuestro pequeño desarrolle valores y normas que le hagan sentir en armonía consigo mismo y con los demás ¿qué nos pasa a los adultos cuando queremos transmitírselos? ¿puede reconocer en nuestras palabras, gestos y actitudes aquello que con tanta fuerza deseamos? ¿perseguimos denodada mente la paz con herramientas de violencia?
Algunas de estas estrategias como los castigos cuentan con la aceptación y reconocimiento social tal vez avalados por la práctica tradicional que les da pretendida legitimación. Son útiles en el momento, pero ¿qué experiencias, sensaciones y conceptos estamos alimentando?
El castigo no es la consecuencia racional a un comportamiento equivocado, es el ejercicio de la incompetencia adulta en la resolución de un problema. Ni siquiera permite aprender del error. Es en cierta manera, sometimiento y agresividad.
Si lo expuesto hasta ahora resulta cercano y se vive desde la angustia no hay que auto inculparse, no se trata de ser padres perfectos sino como decía Bettelheim, ser buenos padres. Llegados a este punto para, respira, piensa quién y cómo es tu pequeño… empezarás a vislumbrar las claves.
Si se suman todos los aspectos que definen a un niño de esta edad aprecias que responder con obediencia y/o sumisión a todas las pautas adultas es casi como pedir peras al olmo.
No quisiera desorientar, no estoy poniendo en alza la laxitud educativa, ni decir que no haya que enseñar en cada oportunidad de vida lo que se debe hacer y lo que no porque si dejas a un niño sin directrices se sentirá inseguro y peligrará su construcción personal. Un NO nacido del afecto sitúa y da confianza.
Entonces ¿hay alguna fórmula, cuál es el secreto de niños tranquilos y felices? Hay hoja de ruta, si crees que se debe educar para la paz hay que mostrársela desde que nace.
Aletha Solter revisa, cuestiona muchos aspectos tradicionales de crianza. Aquí tenéis sus veinte alternativas al castigo:
No te engañes a ti mismo el hecho de que no razonen no es excusa para posponer un tratamiento comprensivo y respetuoso de los conflictos, en sus neuronas estás escribiendo firmeza, seguridad, confianza y afecto.
Fuente: escuela infantil gran via
Submit your review | |
1 2 3 4 5 | |
Submit Cancel |
Muchas gracias por compartir estas reflexiones que creo importantes para educar en la tolerancia y el respeto. Saludos.
Todo un placer leer tus artículos, son del todo interesantes. Muchas gracias.