Ir al teatro con bebés puede suponer una experiencia fantástica o un terrible dolor de cabeza.
En esta ocasión nos aventuramos por segunda vez a ir a un gran teatro con el niño, no llega a los dos años y medio, en navidades fuimos a ver a Peppa Pig y fue genial, claro, conocía el personaje y le encantó, mantuvo la atención constante y con un descanso, aguantó perfectamente la función.
Ahora fuimos a ver Aladin un musical genial, en el Teatro Nuevo Apolo, dura 1h30 y no conoce el personaje, lo planteamos como un reto y si no aguanta o se inquieta, tenemos claro que debemos salir. Ya nos pasó una vez en el Cofidis de Alcalá que sentía más atracción por subir y bajar escaleras, que por la obra y resultó imposible mantenerlo sentado.
Esta vez como siempre nos preparamos unos gusanitos y antes de salir de casa, tomamos un aperitivo, pues empezaba a las 12 y el enano come sobre las 13h, todo fue rodado, en la entrada puedes comprar agua y algunos snack y tienen enormes sofás donde esperar un rato con más esparcimiento que en las butacas.
Así entramos y en 2 minutos comenzó! Luces, música, alucinante para él.
El humo, las canciones, saltos y más baile, tras las primeras canciones empezaba a decir cuando terminaban, ¿se acabó? Jaja que gracioso, le explicamos que en un rato volvían a cantar.
Sin duda si no hubiera canciones, no hubiera disfrutado.
A los 45 minutos empezó a revolucionarse un poco, levantándose, mirando hacia detrás, síntoma de sueño, pues se tranquilizó en seguida y se durmió!
La música, luces y continuos aplausos no le despertaron.
Os recomiendo llevar los peques al teatro, su cara es increíble y sin duda lo recordarán y tomandolo como costumbre, cuando crezcan lo agradecerán.
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